Han pasado siete años desde aquella vez, pero hoy volverán a abrirse las puertas de nuestra escuela con la misma ilusión que el primer día.

Desde entonces, vivo sumergida en un sueño mágico, que llena de sentido e ilusión mi día a día. No siempre es fácil, no siempre es rosa y armonioso, pero el tiempo me ha enseñado a valorar todos y cada uno de los momentos vividos en torno a este mundo de la enseñanza del ballet, pues han sabido aportar a mi vida experiencias irrepetibles y satisfacciones dignas de los mayores maestros.

Ahora, a escasos minutos de volver a abrir las puertas de lo que se ha convertido en mi "primera casa" por séptimo curso consecutivo, me recorre el cuerpo esa misma sensación de nerviosismo e ilusión que el primer día.

Ilusionada por un año más junto a los de siempre, y recibiendo con los brazos abiertos a los que se incorporan. Deseosa de ver a "mis bailarines" y con muchísimas ganas de compartir este curso junto a mis compañeros, que son sin duda los mejores profesores de danza que tenemos en la ciudad...Ansiosa por seguir aportando mi granito de arena a este maravilloso mundo de la danza.